From intention to action: how to cultivate habits that last

De la intención a la acción: cómo cultivar hábitos que perduren

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A medida que el año llega a su fin, es natural ponernos reflexivos. Empezamos a pensar en lo que hemos hecho, lo que no, lo que dijimos que haríamos y lo que nos gustaría hacer de forma diferente el año que viene.

En medio de esta temporada de cierres y comienzos, los hábitos cobran protagonismo. Los días invernales más cortos y la emoción festiva pueden dificultar mantener las rutinas que tratamos de sostener. Al mismo tiempo, es común que empecemos a imaginar nuevos hábitos para el próximo año.

Puede parecer que todos a tu alrededor son capaces de mantener sus propósitos excepto tú, pero la verdad es que crear hábitos, y mantenerlos, es difícil para cualquiera. Muchos sentimos ese impulso renovado cuando llega enero, solo para perder la motivación unas semanas después. ¿Por qué cuesta tanto que los hábitos se mantengan? ¿Y por qué solemos regresar a lo familiar?

Una de las respuestas está en las rutas más antiguas de nuestro cerebro y en la psicología de la recompensa. Nuestro cerebro está diseñado para buscar placer y evitar el malestar. La dopamina, el neurotransmisor responsable de la motivación y la recompensa, desempeña un papel clave. Hace miles de años, este sistema impulsaba a nuestros antepasados a buscar comida, agua, refugio y conexión. Entonces, la recompensa estaba vinculada a la supervivencia. Hoy, ese mismo sistema sigue activo, pero a menudo nos lleva hacia gratificaciones rápidas. Y aquí está la cuestión: construir hábitos duraderos lleva tiempo.

Por eso elegir un nuevo hábito puede resultar tan desafiante. El cerebro quiere quedarse con lo que conoce.

El camino conocido vs. el desconocido

Imagínate caminando por un antiguo bosque y encontrando una bifurcación. Delante de ti, un sendero muy transitado: iluminado por el sol, familiar, cómodo, sin esfuerzo. Ese es tu viejo hábito, el camino que has recorrido tantas veces que parece automático. A su lado, un sendero aún sin recorrer: ramas entrelazadas, sombra, hojas por todas partes. Elegirlo requiere más esfuerzo. Tendrás que apartar obstáculos, dar pasos nuevos y persistir. Sin embargo, más allá de ese desafío, está la recompensa: un nuevo hábito, enraizado en los beneficios que puede aportar a tu vida.

Imagina ahora que decides tomar el sendero desconocido. Con cada día que lo recorres, se vuelve un poco más fácil. Las ramas se despejan, tus pasos forman un nuevo camino y, antes de que te des cuenta, esa vía desconocida se convierte en tu ruta habitual. Con el tiempo, caminar por ella será tan natural que no tendrás que pensarlo: se habrá convertido en hábito.

Entonces, ¿cómo creamos caminos nuevos que prioricen la recompensa a largo plazo sobre la gratificación instantánea? ¿Cómo mantenemos los hábitos cuando la vida se interpone? Aquí tienes cinco pasos que pueden guiarte en el proceso.

1. Conoce tu “por qué”

Todo hábito empieza con un motivo. Detrás de cualquier objetivo -mover el cuerpo, aprender a planificar comidas, beber más agua o dedicar cinco minutos a la calma- hay algo más profundo. Una emoción o un deseo: sentirte más seguro, más tranquilo, más conectado contigo o con los demás.

Cuando la motivación nace del autocuidado y del deseo de sentirte mejor, estás creando una base sólida sobre la que construir hábitos duraderos.

Si la motivación desaparece, quizá tu “por qué” está en la superficie. Pregúntate: ¿por qué es realmente importante para mí? Cuando conectas con ese propósito profundo, es más fácil mantenerte firme cuando el camino se vuelve difícil.

2. Conecta con tu “yo” futuro

Los hábitos que formamos, las elecciones que hacemos y las palabras que usamos para describirnos moldean nuestra identidad interna. ¿Te ves como alguien que prioriza su bienestar? ¿Como una persona activa, presente o disciplinada? 

La psicóloga Dr. Julie Smith lo resume en una pregunta poderosa: ¿Quién quieres ser? No se trata solo de hacer algo; se trata de convertirte en alguien. Si descubres que tu identidad actual está llena de frases como “no soy disciplinado” o “soy perezoso”, prueba a replantearlas. Visualiza a tu “yo” futuro. ¿Qué diría? ¿Qué afirmaría de sí mismo?

Frases como “soy alguien que prioriza su salud” o “soy alguien que se mueve cada día, aunque solo sea un paseo” empiezan a reconfigurar tus rutas neuronales. Cuando tus acciones se alinean con la persona en la que te estás convirtiendo, los hábitos se vuelven naturales.

3. Las pequeñas cosas cuentan

Algunos hábitos requieren cambios importantes, sí. Pero una de las mayores equivocaciones es creer que debemos transformar todo de golpe. Pensamos que un reto de 30 días es más eficaz que mejorar solo el desayuno. En realidad, los hábitos prosperan con la simplicidad. Si un hábito parece abrumador - prohibirte todo el azúcar, entrenar cada día o meditar 20 minutos mañana y noche - reduce la exigencia.

Comienza pequeño. La constancia importa más que la intensidad. Un entrenador preferiría verte entrenar una vez a la semana durante siete semanas que una semana entera sin descanso y luego rendirte.

No te cepillas los dientes durante 12 horas seguidas y después te olvidas el resto del año. Un estiramiento de 5 minutos. Un vaso de agua antes del café. Un respiro antes de abrir el portátil. Momentos pequeños que crean impulso.

Para objetivos más grandes, divídelos. Pregunta: ¿cómo puedo hacer este hábito más fácil? ¿Puedo comprometerme a dos clases por semana y breves momentos de movimiento diario? ¿Puedo preparar solo una comida para que mañana sea más sencillo?

4. El poder del ritual

Un hábito se vuelve algo más profundo cuando le añadimos intención. El ritual transforma lo cotidiano en algo significativo.

Preparar tu café o matcha con colágeno puede ser un momento de pausa en lugar de una tarea rápida. Extender tu esterilla de yoga puede convertirse en un acto de presencia antes de moverte.

El ritual también trae recompensa: no el golpe rápido de dopamina, sino una sensación más duradera de cuidado. La recompensa es la experiencia en sí, el acto de hacer las cosas por tu bienestar.

5. Curiosidad compasiva

El cambio rara vez es lineal. Todos nos desviamos del camino a veces. La vida es imperfecta: te saltas un entrenamiento, te quedas mirando el móvil más de la cuenta, olvidas tu rutina nocturna. No significa que hayas fallado. En lugar de juzgarte, pregúntate con curiosidad: ¿por qué pasó?

¿Elegiste desplazarte por el móvil porque estabas cansado? ¿Saltaste el entrenamiento porque tu cuerpo necesitaba descanso?

Quizá la cuestión no es el hábito, sino el estrés o la fatiga que lo boicotean. La compasión nos permite retomar el camino sin vergüenza, con más claridad y comprensión. Los hábitos no son una prueba de perfección; son un viaje largo. Si abandonas el camino un tiempo, no vuelves al inicio. Puede haber hojas por apartar, pero el sendero sigue ahí, esperándote.

Los hábitos no se tratan de modas ni de soluciones rápidas. Se tratan de elegir tu bienestar, una y otra vez, con intención, compasión e imperfección. Cada paso refuerza el camino, y con el tiempo, lo que antes era desconocido se convierte en tu camino natural.

El primer paso suele ser el más difícil. Solo necesitas empezar.

5 libros para inspirarte a crear hábitos

1. Atomic Habits de James Clear: Una guía clara y práctica para crear pequeños hábitos que generan grandes cambios.

2. Why Has Nobody Told Me This Before? de la Dra. Julie Smith: una exploración profunda de la psicología de los hábitos y el bienestar emocional.

3. The Source de la Dra. Tara Swart: una lectura poderosa que combina la neurociencia y la psicología para ayudarte a reconfigurar tu cerebro y alinear tus acciones con tus objetivos.

4. Tiny Habits de BJ Fogg: un enfoque amable y sin prejuicios para desarrollar hábitos a través de pasos pequeños y manejables.

5. Invernando de Katherine May – Una reflexión poética sobre el descanso, la renovación y la búsqueda de rituales que nos ayuden a superar tiempos difíciles.

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