Las 6 cosas que dificultan la producción de colágeno y las 6 que la potencian.
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Es posible que últimamente hayas oído hablar del colágeno. Seamos sinceros: es el secreto peor guardado del mundo del bienestar.
Esta potente proteína actúa como el andamiaje que mantiene unidas muchas partes de tu cuerpo, brindando estructura y soporte desde el intestino y los tejidos conectivos, hasta las articulaciones y los huesos. Y, por supuesto, es reconocida por ayudar a que la piel luzca firme, tersa y llena de vitalidad. En resumen, es un componente esencial del bienestar integral.
Sin embargo, como muchas otras funciones del organismo, el colágeno está en un constante equilibrio entre la degradación y la renovación.
Las decisiones que tomamos - lo que comemos, cómo nos movemos e incluso cómo gestionamos el estrés - pueden nutrirlo o debilitarlo.
Y aquí está el punto clave: nuestro estilo de vida moderno está lleno de factores que afectan la producción natural de colágeno. Desde la contaminación diaria hasta la falta de ciertos nutrientes en la dieta.
¿La buena noticia? Con rituales diarios adecuados, puedes favorecer su renovación, protegerlo y fortalecer la producción natural de colágeno de tu cuerpo a largo plazo.
Así que hablemos de los principales factores que pueden afectar los niveles de colágeno… y de las formas más sencillas de apoyar a esta super proteína desde dentro.

6 factores que afectan los niveles de colágeno
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Exposición a los rayos UV y contaminación
Probablemente no sea la primera vez que escuchas que la exposición solar no siempre es aliada de la piel. En términos simples, la radiación UV acelera la actividad de ciertas enzimas que descomponen el colágeno más rápido de lo que el cuerpo puede regenerarlo. Este proceso, conocido como fotoenvejecimiento, debilita con el tiempo la estructura profunda de la piel, alterando su equilibrio natural y haciendo que pierda firmeza y resistencia antes de lo previsto.
Y no se trata solo del sol. Quienes viven en entornos urbanos están constantemente expuestos a contaminantes como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs) presentes en los gases de los coches, el humo del tabaco y ciertas emisiones industriales. Estos contaminantes generan estrés oxidativo, lo que daña lípidos, proteínas y ADN, acelerando la degradación del colágeno.
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Azúcar y alimentos ultraprocesados
Aunque no se trata de eliminar ningún alimento, está claro que, cuando hablamos de colágeno, una dieta rica en azúcares y ultraprocesados merece especial atención.
Los principales responsables son los productos finales de glicación avanzada (AGE), moléculas que se forman cuando el exceso de azúcar reacciona con las proteínas o las grasas del cuerpo. Este proceso, llamado glicación, vuelve el colágeno más rígido, quebradizo y propenso a deteriorarse.
Y no solo el azúcar: los alimentos fritos, las carnes procesadas y los aceites vegetales refinados pueden aumentar la inflamación, agravando el daño.
Además, una dieta alta en ultraprocesados deja poco espacio para alimentos ricos en nutrientes - aquellos que aportan los componentes esenciales que el cuerpo necesita para formar y proteger el colágeno de manera natural.
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Estrés crónico y falta de sueño
Dormir bien y gestionar el estrés son esenciales por muchas razones, y una de ellas es proteger el colágeno. El cortisol, nuestra principal hormona del estrés, tiene un efecto catabólico, es decir, descompone proteínas para generar energía. Y la proteína más abundante del cuerpo humano es, precisamente, el colágeno.
Esto no es un problema cuando el estrés es puntual, pero si se vuelve crónico, puede deteriorar el colágeno de la piel, las articulaciones y los tejidos conectivos, creando un ciclo de desgaste difícil de romper.
Durante el sueño, el cuerpo entra en modo reparación, liberando hormonas del crecimiento que estimulan la producción de colágeno y la regeneración de tejidos. Dormir poco o mal puede alentar este proceso y eleva los niveles de cortisol, amplificando aún más la degradación del colágeno.
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Tabaco y exceso de alcohol
El tabaco y el exceso de alcohol son una combinación dañina para el colágeno: deshidratan la piel, generan estrés oxidativo y aceleran el deterioro del bienestar cutáneo, articular e intestinal. El humo del tabaco libera radicales libres que dañan las células productoras de colágeno y reducen los niveles de vitamina C, esencial para su síntesis.
Por su parte, el alcohol deshidrata, sobrecarga el hígado y altera el descanso nocturno, dificultando los procesos de reparación y renovación del colágeno.
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Dieta baja en nutrientes y trastornos intestinales
El intestino y el colágeno están estrechamente relacionados - no solo por su impacto en la piel, sino también en el bienestar general. Un intestino comprometido - por ejemplo, con desequilibrio en la microbiota o una pared intestinal permeable - reduce la absorción de nutrientes clave, impidiendo que el cuerpo acceda a los componentes necesarios para generar y mantener colágeno.
Si además la dieta es pobre en aminoácidos, antioxidantes, vitamina C, zinc y cobre, el problema se agrava: el cuerpo carece de los elementos esenciales para mantener la piel, las articulaciones y la barrera intestinal en equilibrio.
La disfunción intestinal también puede generar inflamación y estrés oxidativo, dañando los fibroblastos, las células encargadas de producir colágeno. Dado que el colágeno forma parte fundamental de la pared intestinal, un intestino debilitado puede iniciar un ciclo vicioso: alteración en la absorción → menor producción de colágeno → mayor permeabilidad intestinal.
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Fluctuaciones hormonales y la edad
El colágeno no depende únicamente de la dieta y el estilo de vida: también está profundamente influido por las hormonas, que cambian de forma natural con la edad. El estrógeno juega un papel clave en la síntesis de colágeno; por eso, cuando sus niveles disminuyen - especialmente durante la perimenopausia y la menopausia- , la producción se ralentiza, lo que puede derivar en piel más fina, molestias articulares y menor densidad ósea.
Este flujo hormonal es una de las razones por las que, a partir de los 25 o 30 años, perdemos alrededor del 1 % de colágeno por año, con una caída más pronunciada en las mujeres tras la menopausia.

6 formas de apoyar y proteger los niveles de colágeno.
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Cuidar la calidad de sueño y los niveles de estrés
El colágeno, como muchas otras estructuras del cuerpo, se fortalece cuando estás en un estado de calma y descanso. El estrés constante y la falta de sueño pueden afectar la capacidad natural de tu organismo para regenerarlo. La solución está en crear momentos de pausa y relajación que permitan al cuerpo entrar en modo reparación.
Incorpora alimentos y complementos ricos en magnesio como hojas verdes, almendras o cacao puro, para favorecer la relajación. Los adaptógenos como la ashwagandha y el reishi ayudan a equilibrar la respuesta al estrés, favoreciendo el descanso profundo. El descanso profundo es clave para la reparación celular: mantén una hora fija para dormir, limita las pantallas por la noche y crea un ambiente tranquilo y fresco que invite al descanso.
Ritual de descanso: Cómo optimizar tu rutina nocturna
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Una alimentación rica en nutrientes
Lo que comes se convierte en parte de ti. Para que tu cuerpo pueda producir colágeno de forma natural, necesita los nutrientes adecuados y en la cantidad justa. Asegúrate de incluir proteínas de alta calidad, vitamina C, zinc y cobre en tu dieta. Los péptidos de colágeno hidrolizado , el caldo de huesos, el salmón salvaje, los huevos y las vísceras aportan los aminoácidos necesarios para la síntesis de colágeno, mientras que los cítricos, frutos rojos y vegetales de hoja verde ofrecen antioxidantes que lo protegen del daño oxidativo.
¿Un hábito fácil y nutritivo? Comienza tu día con una taza de Matcha. Sus catequinas ayudan a proteger el colágeno frente al daño oxidativo y contribuyen a preservar su estructura.
Disfrutar de algunas noches sin alcohol también puede ayudar a que el cuerpo se recupere y regenere. ¿Un cóctel sin alcohol con nutrientes que favorecen la piel? Eso sí habla nuestro idioma.
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Péptidos de colágeno
Cuando se trata de potenciar el colágeno, los péptidos de colágeno hidrolizado son tu mejor aliado. Estas moléculas de fácil absorción actúan como bloques de construcción, ayudando a mantener la integridad de la piel, las articulaciones, los huesos y los tejidos conectivos. Incorpóralos fácilmente en tu rutina diaria: mezcla un dosificador dorado o una cucharada en tu batido, café o vaso de agua por la mañana. Hacer del colágeno un ritual diario proporciona un flujo constante de nutrientes esenciales y, con el tiempo, su uso continuo ofrece beneficios acumulativos respaldados por estudios clínicos.
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Hidratación celular + Omega-3
La hidratación no se trata solo de beber agua, sino de asegurar que las células estén realmente hidratadas. Añadir electrolitos ayuda a que el agua llegue al interior celular, favoreciendo la elasticidad de la piel y la movilidad articular.
Los ácidos grasos omega-3, presentes en el pescado salvaje, el aceite de algas o las semillas de chía, nutren la barrera lipídica de la piel y ayudan a proteger el colágeno frente al daño oxidativo. El resultado: piel más flexible y tejidos más resistentes.
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Vida urbana y exposición consciente a la luz
La exposición excesiva al sol puede degradar el colágeno, pero la luz solar en dosis adecuadas puede ser muy beneficiosa.
La luz roja, por ejemplo, estimula la renovación del colágeno y favorece la reparación cutánea. La luz del sol de la mañana ayuda al cuerpo a producir vitamina D, esencial para la salud ósea y de los tejidos, con menor riesgo de daño solar. Además, activa la serotonina, que mejora el estado de ánimo y puede reducir los niveles de cortisol - un gran aliado para tu piel y tu colágeno.
Protege tu piel con un protector solar mineral y busca reducir tu exposición a la contaminación: camina por zonas verdes siempre que puedas y mantén plantas purificadoras en casa, como la sansevieria, para mejorar la calidad del aire.
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Terapia de frío y calor
Las temperaturas extremas pueden ser una poderosa herramienta para apoyar la producción de colágeno.
Las duchas frías o baños de hielo activan los mecanismos naturales de reparación del cuerpo, estimulando la producción de colágeno y fortaleciendo los tejidos conectivos.
Por otro lado, la sauna activa las proteínas de choque térmico (HSP), que ayudan a reparar proteínas dañadas, incluido el colágeno, y promueven una mayor resiliencia celular.
Ambas prácticas favorecen la elasticidad de la piel, la salud articular y una sensación general de vitalidad.

Tu cuerpo está en constante renovación y cambio - y el colágeno está en el centro de ese proceso. Al tomar pequeñas decisiones diarias que nutren en lugar de agotar, construyes una base sólida para la fuerza, la resiliencia y el bienestar a largo plazo.